VERTEDERO NO

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miércoles, 28 de abril de 2010

Homenaje a mi padre en el 30 aniversario de su marcha

TREINTA AÑOS hace que el viento se lo llevó
con su boina, su puro, casi sin decirnos adiós.
Las palomas, la tierra y su pequeño tractor,
garroferos, granados y los limoneros en flor
se quedaron sin dueño, sin del amigo su voz.

En las sombras recibe tú su cariño, recibe tú su calor
y cuídale mucho y disfruta,Virgen del Carmen de Cox.
Tápale con tu manto, ese que en el ARCO IRIS él vió
viniendo de los mercados con su carro de polvo y sudor
por los caminos camperos, por esos caminos de DIOS.

Y di a San José que le acoja, como muradeño de pro
que muy grande por nuestro patrono fue su devoción,
que le salvó de la muerte durante el conflicto de horror,
bajo una olivera en medio de castilla, al recibir el cañón.

Una sonrisa eterna en el rostro, como bandera el honor
La honradez su estandarte, el respeto y la educación,
sin hacer daño a nadie y sin conocer el rencor.
Comerciante imparable, magnífico emprendedor.

A la tierra mimaba, casi con devoción
acariciando las uvas, imaginando el sabor
hablando con tutubías, y con el gorrión
con las ladronas abubillas disfrutaba del color.
Dormitando en la siesta, con sueño esperanzador
de una buena cosecha tras la sufrida labor.

Entre sus labios el “Faria” en su corazón estoy yo.

Lágrimas y un sufrido dolor
dejaste en hijos y esposa,
pero tus nietos son lo mejor
padre mío te fuiste
sin recibir nuestro adiós.

Espera tu vuelta una partida inacabada de dominó
con fichas de dolor te esperan compadres, risas, tu canción.
"Malí, que rute y qué rute" una vez más repetía
cuando cortaba el melón, acordándose de un amigo-trabajador.
La cara se iluminaba , resplandecía el salón
cuando en el hogar él entraba, junto a él quiero ir yo.

Trabajo, amor y familia, ésa fue su religión.

Tutubíu, ¿qué planta usted tío juan?
Tutubíu, !puñetes, pepites, plim plam!

Treinta años ya hace que no percibo tu olor
treinta años sin lunas, treinta años sin sol,
eternos treinta años de amargura y desamor.
Treinta años, un mundo. El viento se lo llevó...

Vicente Pérez Basanta

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